miércoles, 24 de agosto de 2011

Buenos días

Buenos días las intolerantes campanas,
el canto ciego del pájaro embrutecido por la guerra.
Buenos días el viento colectivo,
la voz de la masa muda que siembra flores en el jardín de la espera.
Buenos días la esquirla enterrada
en la tarjeta del alimento inagotable, sujeto a restricción.
Buenos días la plaza que no te ama,
buenos días la gente que no te abraza,
buenos días la no imagen ni semejanza, el templo y la estructura
enmohecidos por el sereno de otro que observa.

Un puñado de tierra de luz cósmica
a tanto desamor.

1 comentario:

Javier F. Noya dijo...

Y si alcanzase para enterrarlo de una vez, y si así fuera que el todo amor brillará sin sombra alguna, sin las incontenibles antítesis...si así fuera, este poema quedaría sin sustancia. Valdrá entonces que exista la paradoja, la multitudinaria ignorancia del otro para que exista la poesía. Besos.