jueves, 8 de agosto de 2013

Cosmos, yo soy agradecida contigo
por la luz y su sonido
por el viento estacional
por los corazones de los libertarios
por el oído medio de la música.

Gracias por la literatura y su fuego inmortal
por la pintura y su doble dimensión
por los ballets y sus bailarinas y sus tutús.

Gracias, Vida, por la sinfonía de los mares
que me alcanzan
en mi ventana azul inmensa
de la casa imaginaria que llevo conmigo
donde gorriones y amigos departen
la felicidad del sol hablando versos y danzones.

Por las jacarandas que crecen al pie de ella
por las gardenias que pueblan las ficciones de mi cuerpo
y la verdad de mi alma.

Gracias, te doy, Cosmos,
por los amigos imaginarios de niña
y por los que jamás he tenido y no vendrán
pero los sustituyen los pianos y los cellos.

Gracias por las guitarras, humildes ante el cuerpo femenino
por los collares y los aretes.
Por la memoria, cajita de luz donde viven
todos los resbaladeros del mundo.
Por el arcoiris, último resbaladero de la vida.

Gracias por las mañanas infinitas de marzo y abril
perfumadas de música barroca.
Por la lluvia, aunque no me guste
y por la arena, antigua hermana mía.

Gracias te doy por el brillo de los pájaros tiernos
y el índigo de los perros cuando lloran.

Por el perfume de las montañas que jamás escalaré
porque soy tonta
pero percibo desde aquí
porque soy mujer y sé del aroma de la voluptuosidad.

Por los ríos, espejos sin fin de las musas
y por el aire, comunicador de Toth
de lo que acontece entre los que aman.

Gracias Cosmos, por las libretas de papel reciclado
y las paletas de cereza
y los lentes de treinta pesos.

Gracias por el chocolate en los pasteles
y Frida y sus cartas fémur
y Hemingway y sus daikirís
y Cortázar y su acento raro
y todos los hombres que han creado algo
porque hirsuta en mí
vibra la canción de los colores gracias a su sangre.

Por los sombreros y unas gafas con ojos azules y tiernos
por los mangos sin yogurth
por la música de los trenes. 

Gracias, Cosmos, por la autonomía de las estrellas
Venus y su gran amor
el Sol y sus millares de hombrecitos amorosos.

Sin tus regalos vivir sería un pasaje bíblico.
Gracias, Cosmos, por la fe. 

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