martes, 19 de noviembre de 2013

9:22
la ausencia es un escalpelo
por donde se derraman
estos jazmines a desierto abierto.

Yo tenía una canción en la entrepierna
y era melodía y primavera
y destinada a sus ojos estaba.

Yo construí con las piedras del silencio
una casa
y no quería otra huella
que su cuerpo hablando vida.

Sábado y ave
su mudez desarmaba
cada nota.
Su dolor más allá del mío
aprehendió mis huesos.

Elegía curativa.

Yo inmolé a la mujer
para ser saliva medicinal.
Yo padecí el vértigo
un domingo a las dos de la tarde:
perdía mi fruto y mi ruiseñor
se me hundía la piel
en el ácido de la despedida.

Aviones.
Llanto.

Ya no soy planta ni maga
ahora sólo piel en llamas
un corazón contrito
de deseo y amor.

9:22
platícame, auto
cómo eran sus manos.

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