Me han dado la herencia más amarga
la orfandad con apellidos y dos nombres.
Padres
a pesar de su desconsuelo
jamás los dejaré de amar.
viernes, 29 de noviembre de 2013
Canción para la hija del viento
Que tus latidos apunten siempre
a derribar los muros del viento,
que tus manos arranquen la tierra
hasta volverla el prado fértil
de tus oraciones.
Que nunca se te olvide un sólo fonema
porque estás viva gracias al sonido.
Yo escuché de Dios
que nos formó con la Música.
Que entierres los fragmentos
bajo la dermis de ella
la cruel
la primera enemiga
a la que amas por inspiración
y no por lazo.
Pues débil no es
quien haya perdido su corazón
amando una y otra vez
hasta quedar seca y renacer
tres días después del último acto
sino aquella que habiendo concebido
lo hizo sin amar
y sigue tirando piedras
al fruto de su creación.
a derribar los muros del viento,
que tus manos arranquen la tierra
hasta volverla el prado fértil
de tus oraciones.
Que nunca se te olvide un sólo fonema
porque estás viva gracias al sonido.
Yo escuché de Dios
que nos formó con la Música.
Que entierres los fragmentos
bajo la dermis de ella
la cruel
la primera enemiga
a la que amas por inspiración
y no por lazo.
Pues débil no es
quien haya perdido su corazón
amando una y otra vez
hasta quedar seca y renacer
tres días después del último acto
sino aquella que habiendo concebido
lo hizo sin amar
y sigue tirando piedras
al fruto de su creación.
martes, 26 de noviembre de 2013
Metafacia
Te ha dicho guapa, cariño
y eso es en verdad triste:
cribó tu espíritu
en menos de nueve horas.
Y los otros
los que te anteceden en todo
hasta en el nombre
los que te anteceden en todo
hasta en el nombre
te han dejado en la esquina, cariño
vestida de invierno
entre sauces llorones
Nunca supiste si rapsodia o maroma.
Ahora sólo eres un bulto.
Ahora sólo eres un bulto.
lunes, 25 de noviembre de 2013
miércoles, 20 de noviembre de 2013
Soy el liquen refulgente
el hongo purificador hallado
más allá del sol.
Soy el bulto silente
descargando la belleza del silencio.
Y soy este corazón
cuyas municiones jamás se terminan.
Y soy tu hija, mamá
y soy su hermana, hermanos
y soy tu compañera, amiga
tu rival fantasmático, señor;
he sido madre espuria
entre las yemas de mis hijos nonatos
y he sido su mujer
nombres todos en la distancia de mi cuerpo.
Perdóname, Padre
porque todos me han mentido.
Y los amo,
con la ternura de una idiota
acariciando las nueces
a las diez de la mañana en noviembre.
Los amo con este fulgor de ácido y cal
que creyeron poner en mi lengua.
Los amo
porque no quiero cantar
otra canción
excepto esta.
el hongo purificador hallado
más allá del sol.
Soy el bulto silente
descargando la belleza del silencio.
Y soy este corazón
cuyas municiones jamás se terminan.
Y soy tu hija, mamá
y soy su hermana, hermanos
y soy tu compañera, amiga
tu rival fantasmático, señor;
he sido madre espuria
entre las yemas de mis hijos nonatos
y he sido su mujer
nombres todos en la distancia de mi cuerpo.
Perdóname, Padre
porque todos me han mentido.
Y los amo,
con la ternura de una idiota
acariciando las nueces
a las diez de la mañana en noviembre.
Los amo con este fulgor de ácido y cal
que creyeron poner en mi lengua.
Los amo
porque no quiero cantar
otra canción
excepto esta.
martes, 19 de noviembre de 2013
9:22
la ausencia es un escalpelo
por donde se derraman
estos jazmines a desierto abierto.
Yo tenía una canción en la entrepierna
y era melodía y primavera
y destinada a sus ojos estaba.
Yo construí con las piedras del silencio
una casa
y no quería otra huella
que su cuerpo hablando vida.
Sábado y ave
su mudez desarmaba
cada nota.
Su dolor más allá del mío
aprehendió mis huesos.
Elegía curativa.
Yo inmolé a la mujer
para ser saliva medicinal.
Yo padecí el vértigo
un domingo a las dos de la tarde:
perdía mi fruto y mi ruiseñor
se me hundía la piel
en el ácido de la despedida.
Aviones.
Llanto.
Ya no soy planta ni maga
ahora sólo piel en llamas
un corazón contrito
de deseo y amor.
9:22
platícame, auto
cómo eran sus manos.
la ausencia es un escalpelo
por donde se derraman
estos jazmines a desierto abierto.
Yo tenía una canción en la entrepierna
y era melodía y primavera
y destinada a sus ojos estaba.
Yo construí con las piedras del silencio
una casa
y no quería otra huella
que su cuerpo hablando vida.
Sábado y ave
su mudez desarmaba
cada nota.
Su dolor más allá del mío
aprehendió mis huesos.
Elegía curativa.
Yo inmolé a la mujer
para ser saliva medicinal.
Yo padecí el vértigo
un domingo a las dos de la tarde:
perdía mi fruto y mi ruiseñor
se me hundía la piel
en el ácido de la despedida.
Aviones.
Llanto.
Ya no soy planta ni maga
ahora sólo piel en llamas
un corazón contrito
de deseo y amor.
9:22
platícame, auto
cómo eran sus manos.
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